lunes, 19 de marzo de 2012

Esto, expresa como me siento hoy y ahora.*


Sobre mi labio superior crecía un insipiente bigote: ya era un hombre y, sin embargo, me sentía totalmente desorientado. lo único constante era la voz de mi interior, mi sueño. Me sentía obligado a seguir ciegamente sus indicaciones, aunque me costaba mucho esfuerzo y me revelaba a diario contra ellos. "¿Me habrá vuelto loco?" -pensaba muy a menudo-, "¿Es posible que no sea como los demás hombres?"  Sin embargo, era capas de hacer todo lo que hacían los demás. Con un poco de dedicación y esfuerzo podía leer a Platón, resolver problemas de trigonometría o seguir un análisis químico. Pero había una cosas de la que no era capaz: arrancar la meta vital que se ocultaba oscuramente en mi interior y proyectarlo fuera de mí, como lo hacía perfectamente todos aquellos que sabía que iban a ser profesor o juez, medico o artista, cuánto tardarían en serlo y qué ventajas obtendrán. Yo no podía. Quizá algún día yo también llegaría a algo como eso; pero ¿cómo iba a saberlo? Quizá tuviese que buscar y buscar, durante años, sin llegar a nada, sin alcanzar ninguna meta. Quizá llegase a una meta, pero a una meta horrible, peligrosa y mala. Yo sólo intentaba vivir lo que pugnaba por salir de mí mismo; ¿Por qué no resultaba tan fácil?


Nota: extracto del libro Demian de Hernan Hesse.

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